Cuando navegamos es extremadamente importante mantenernos bien hidratados. Para ello, es esencial tener a bordo un suministro suficiente de agua fresca potable. Lo más habitual es que el principal suministro provenga de un depósito a bordo, donde almacenamos el agua que obtenemos de la desalinizadora o bien que hemos llenado en tierra antes de zarpar.
Sin embargo, puede suceder que el agua almacenada se corrompa y resulte no solo desagradable al olfato y al paladar, sino que consumirla suponga un riesgo para la salud. Esto puede pasar cuando se contamina con algas, plancton, moho o bacterias, ya sea por filtraciones del exterior o porque no hemos seguido unas pautas básicas de limpieza y conservación.
La conservación del agua almacenada en un barco
Para conservar el agua en un barco durante el máximo tiempo posible, recomendamos en primer lugar utilizar depósitos de acero inoxidable, ya que son los más higiénicos y no reaccionan con el agua. Pero en algunos casos esto no es viable, ya que los barcos de 6 m o más de eslora suelen llevar el tanque incorporado, en muchos casos hecho con la misma fibra de vidrio que el casco.
En cualquier caso, y sea del material que sea el depósito —PVC, fibra de vidrio, polietileno de alta densidad, acero inoxidable…—, deberíamos limpiarlo como mínimo una vez al año con un producto específico que nos garantice la total eliminación de posibles microorganismos. Además, tiene que ser opaco, para evitar la proliferación de algas microscópicas.
Podemos detectar a simple vista si el agua almacenada se ha corrompido, ya que el color se altera (se vuelve turbia, verdosa o con partículas) y empieza a oler mal. ¿Qué hacemos en estos casos?
¿Qué hacemos si el agua ya se ha contaminado?
En el caso de que la contaminación sea leve (sabor o olor de agua alterados de forma muy poco perceptible), y nos encontramos en alta mar, con pocas posibilidades de obtener otro suministro, existe la opción de purificar el agua con soluciones desinfectantes específicas para ello que eliminan las bacterias.
En cualquier caso, será prioritario limpiar el depósito a fondo para eliminar todos los microorganismos que puedan haber quedado tan pronto como podamos.
Hay que tener en cuenta que en los depósitos de fibra nuevos podemos tardar años en eliminar el olor y sabor a plástico, aunque este no estará causado por contaminación del agua sino por el material (resinas) con el que está fabricado. El agua de estos depósitos se usa para la limpieza o la higiene, pero no para consumo.
Esto también puede pasar en embarcaciones muy nuevas, aunque en estos casos el olor suele desaparecer rápidamente a medida que utilizamos el depósito y damos rotación al agua.
En resumen, lo principal es prevenir la contaminación del agua con un depósito de un material adecuado y una limpieza regular con las sustancias adecuadas. Es importante también que el agua almacenada tenga una rotación regular. Debemos pensar que es muy arriesgado para nuestra salud, e incluso para nuestra supervivencia, quedarnos sin un suministro de agua potable a bordo, especialmente en según qué travesías de larga distancia y en alta mar.
Y en el caso de que el agua se haya contaminado, debemos no solo desechar el agua contaminada, sino limpiar a fondo el depósito para eliminar cualquier rastro de los microorganismos que hayan podido estropearla, y revisar que no haya filtraciones por donde puedan volver a entrar.